miércoles, 5 de enero de 2011

CONCEPTO REPUBLICANO DEL CARGO PUBLICO Y LA REGENERACION DEMOCRÁTICA EN CAMAS

Durante muchos años hablar de república en este país se ha hecho virando a sepia, es decir, vaciándolo del contenido político-ideológico que debía tener el análisis y limitándonos a darle un aire de revolucionario-nostálgico, con lo que podía suponer de imposibilitarnos el recuperar muchos de los planteamientos, propuestas y, sobre todo, conceptos emanados del republicanismo español.

Una idea de república fundamentada en:

-La Democracia radical y la Participación de la ciudadanía. Términos degradados y tergiversados sobremanera a lo largo de la historia, manipulados hasta la saciedad y a los que todos apelan para después, en la práctica negarlos una y cien veces, ridiculizando hasta la saciedad la democracia real la participación de los ciudadanos, limitando la capacidad de crecimiento en conciencia ciudadana, responsabilidad, aprendizaje y libertad.
-Un compromiso y una decidida apuesta por la paz, como rezaba en la propia Constitución de la II República: “España renuncia a la guerra como instrumento de política nacional”.
-La Laicidad no sólo como la apuesta por la necesaria separación de iglesia y estado; sino por un humanismo laico sobre el que se base el principio de libertad absoluta de conciencia, por una ética liberadora de creencias atávicas, los prejuicios, las ideas preconcebidas, los dogmas, las ideologías opresoras, las presiones de orden cultural, económico, social, político y religioso. Por el desarrollo del ser humano en el marco de una formación intelectual moral y cívica permanente, en el espíritu crítico y en el sentido de la solidaridad y la fraternidad.
-Una austeridad como una virtud cívica que debe informar los valores y las actuaciones de todas las instituciones públicas.
-...

Hoy, el que principalmente me ocupa es el concepto de cargo público que emanaba de esa república española y que heredaron, en gran medida, los primeros alcaldes y concejales de izquierda de la democracia. El cargo público como servidor público que casi en la totalidad de la ocasiones llegaba a la institución después de un periplo por sindicatos, asociaciones de vecinos o de padres de alumnos, movimientos juvenil,... y que, de forma natural, dada esa apuesta personal por transformar una realidad y sociedad injustas, daba un paso más en ese trabajo y para hacerlo desde la institución. En la cual, en muchas ocasiones, se dejaba su tiempo, su dinero y todo, en esa apuesta de entrega a la sociedad, sin apenas recursos y con escasas infraestructuras.

Pero poco queda en Camas de aquellos conceptos y principios, los cuales se fueron dilapidando con el transcurrir de los años, dando paso a una política local corrupta. Corrupta (y siguiendo con el prisma y análisis desde parámetros republicanos) no ya tanto en base a la vulgar delincuencia de una parte de los nuevos cargos públicos –financiación de partidos, oscuridad en los procesos de decisión, etc–. Me refiero al concepto republicano de corrupción, a esa idea de poner las instituciones públicas a disposición de los intereses particulares y privados, descomponiendo y poniendo con ello en riesgo la propia existencia de las mismas.

El liberalismo (nuevo y viejo), el capitalismo en todas sus acepciones, que ha calado en algunas organizaciones y militantes de izquierda, asume la democracia como una concesión necesaria, lo hace como instrumento de contención de otros procesos, pero no es así o, al menos, no debe serlo desde las filas del republicanismo, desde donde si no vamos avanzando en democracia y defensa de “lo público” esteremos asumiendo y aceptando (en el mejor de los casos, cuando no defendiendo), propuestas involucionistas.

Desde la tradición republicana clásica considera que la corrupción se inicia con la exclusión de la participación, surgiendo en ese momento comportamientos particularistas y vinculados a la defensa de intereses meramente privados como fuente de decadencia cívica.
Ya Maquiavelo recoge lo mejor de la tradición republicana, el vivere civile e libero (orden político legítimo y libre) está vinculado a la ausencia de corrupción –mal político por excelencia para el republicanismo-, siendo así además que el mejor remedio para evitarla viene, precisamente, de la participación ciudadana: la participación en lo público resulta útil porque enseña a los ciudadanos el profundo vínculo que une al bien común y la libertad con la defensa apropiada de los intereses personales de cada uno, ya que es sirviendo al bien público como mejor se defienden los intereses privados El concepto de libertad de Maquiavelo requiere la participación activa y virtuosa de los ciudadanos en el bien común.

Desde esos conceptos y planteamientos sigo defendiendo la necesaria regeneración política en Camas, donde la actividad y vida pública ha sido atravesada, de parte a parte, por la corrupción (en los términos antes planteados). La cual ha provocado una involución democrática, dentro de las formaciones políticas y del ayuntamiento, donde la participación de la ciudadanía y la militancia es meramente testimonial y la transparencia brilla por su ausencia, tanto en los procesos de tomas de decisión como de configuración de candidaturas. Donde la vida pública se ha llenado de trepas, portamaletas, allegados,  tartufos (impostores),... hombres y mujeres arribados a la misma por arriba, sin experiencia en el trabajo social y, mucho menos, voluntario; carentes muchas y muchos de ellos de bases y principios ideológicos sobre los que sustentar su actividad política. Donde, en la gestión, se han convertido en meros administradores de recursos, sin criterios de justicia social, de equidad, de transparencia, de redistribución de la riqueza, se han proliferado los cargos de confianza, las subvenciones de todo tipo que fomentan el clientelismo,..

Por todo ello y desde mi concepción republicana del cargo público, se hace necesaria una regeneración pública, política y democrática en Camas, que se abran las puertas y ventanas de las sedes y el ayuntamiento a la ciudadanía. Esa es la mejor, sino la única, forma de combatir la corrupción en la que estamos inmersos y para ello es necesario hacer un llamamiento a la ciudadanía, porque no creo aquello tan manido que cada pueblo tiene el gobierno que se merece, pero si que es necesario avanzar en cultura... también la política

"El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el coste de la vida, el precio de los frijoles, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas. El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales".  Bertolt Brecht.

Enrique Castro


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